jueves, 28 de agosto de 2014

"Aguamantra": Emociones que venden agua



Lima, Perú: Me estoy bebiendo un agua con sabor a "paz" que viene en botella de colección. Así la venden en este café “hip” de Barranco, donde pides agua embotellada y te traen unas hermosas botellas de cristal etiquetadas con calcomanías de paz, amor, salud y alegría. Esta agua peruana se llama “Aguamantra” y viene con etiqueta turquesa y subtítulos en inglés: “Premium Quality/Peruvian Andes/Natural Artesian Mineral Water”. Esta es una agua lujosa que no sabe muy distinta a la agua “La montaña” que venden en cualquier supermercado de Puerto Rico.  

La "paz" acá adentro “cuesta menos de S./6 soles”,- me dice Rigel, un mesero con cara de tímido y media sonrisa que sabe que su agua está cara de verdad. Su agua “chic” cuesta un sol más de lo que me sale un almuerzo completo en la fonda de la esquina, donde me sirven primer y segundo plato con bebida de yerbas naturales incluida. Claro, aquí hay calefacción, wifi gratis y una selección musical ‘world’ que no tiene la fonda de don Jorge, donde solo tiene 6 mesitas mínimas y la televisión local con partidos de fútbol y noticias de los políticos de turno. Acá me venden paz con el símbolo de la flor de loto y en una botella tipo Aladino. Por aquí circula un público más exquisito, un público limeño e internacional que viene a tomar café orgánico y a hacer negocios y/o reuniones creativas a ritmo de jazz, entre diez mesitas retro y sofás en cuero recontracómodos.

Mensajes del agua

De seguro, esta agua va dirigida a mí ~y miles como yo~, (que pagaré los 6 soles sin chistar) y que puse cara de emoción cuando miré la etiqueta. Y apuesto lo que sea, que no seré la única en gozarme estas botellitas llenas de calcomanías buena vibra. Par de mis amig@s lo harían también. Y es que la idea lleva par de años dando vueltas, cuando el científico japonés Masaru Emoto difundió mundialmente un documental sobre los mensajes del agua. 

El doctor probó a través de fotos microscópicas de moléculas de agua, que cada vez que enviamos nuestra intención al agua, las moléculas se tranforman según las emociones que se les envíen. Recuerdo a un amigo que agarró la idea al tiro y comenzó a envasar su agua con sus intenciones favoritas. Andaba con "sharpies" marcando botellas a diestra y siniestra con mensajes de Peace&Love. Un fin de semana en Culebra llenó la nevera de una casa de alquiler con sus botellas de Prosperidad, Salud y Amor. Algun@s se rieron de él y otr@s nos encantó el invento, que luego confirmamos con videos y libros del doctor Emoto. Tanto fue la algarabía por su trabajo, que el hombre llegó a la Isla a presentarse en una exclu$$$iva velada en el Museo de Arte de Puerto Rico. Allí no pude entrar, pero sí le seguí el rastro por redes sociales y prensa y vi cómo su trabajo agarró fuerza en diferentes puntos del globo. En todos sitios, la gente hacía cola para escuchar sus investigaciones y ver sus bellas fotos de las moléculas del amor y la paz.

Me salta a la vista

 
Ya casi termino de tomarme mi agua "de la paz" y no dejo de pensar en cómo se capitaliza una idea; en todos los usos y productos que pueden salir de nuestra relación con la espiritualidad; en que creo en el poder de la intención a la hora de enfocarme en alguien o algo, pero hoy he pagado casi el doble por un agua genérica, que no me sabe distinta a ninguna agua que he tomado antes. Al contrario, hasta la siento amarga.

 




miércoles, 20 de agosto de 2014

Hoy me gradué en vida urbana limeña

Lima, Perú- Hoy me gradué en vida urbana limeña. Utilicé el Sistema Metropolitano de Transporte, alias el Metropolitano, sin perderme. Eso, señores y señoras, es una hazaña mayor. Es como tomar un doctorado en transportación pública. Aquí hasta algun@s limeñ@s se pierden con el Metropolitano. Luego de un mes y medio aquí, pude ir al centro de la ciudad y cambiar de bus para llegar más rápido a mi destino. Muy orgullosa de mí mismamente. #LimaamiL, #viajealSur, #condiplomaytó, #soyunatrome

"Tempestad en los Andes": un filme que duele



 Lima, Perú- Anoche vi "Tempestad en los Andes", un documental sueco sobre los orígenes de Sendero Luminoso, las atrocidades cometidas por la milicia peruana durante la década de los 80, l@s campesin@s desaparecid@ en el conflicto armado y las familias desvastadas por la violencia que arropó a la ciudad y la sierra en esos años. Se estima que fueron 15 mil desaparecid@s en tierra peruana. Tardé horas en dormirme y todavía tengo el sabor a sangre y pólvora en la boca. Que dolor, ver ese filme y revivir la angustia de miles de personas que fueron víctimas de este conflicto. Como decían anoche durante la presentación, es doloroso ver la verdad, pero a la vez, sanador. Perú tiene una herida abierta que va sanando poco a poco. Que salga la verdad, para que masacres/guerras como éstas jamás vuelvan a ocurrir. #LimaamiL, #viajealSur, #heridaabierta

martes, 19 de agosto de 2014

Edmundo Cruz: periodista que tumba dictaduras



Lima, Perú- El viernes conocí a un reportero fuera de liga, Edmundo Cruz, del diario "La República" de Perú. El es de esos reporteros investigativos que le corre tinta por las venas y luz en el alma. De convicciones firmes. Un reportero de vocación. De escucharlo hablar, quise llegar rápidamente a una redacción y comenzar investigaciones serias de los temas que me urgen. Me hizo revivir mis primeros años de reportera, cuando todavía no conocía lo difícil que era trabajar en una prensa independiente y justa. Una prensa comprometida con la verdad.

Edmundo ha dedicado décadas a documentar, investigar y escudriñar casos sangrientos de la dictadura Fujimori/Montesinos. Con el documental "La Cantuta en la boca del diablo" muestra lo lento y difícil que puede costar decir la verdad. Pero muestra también, el poder que tiene un pueblo que se une para acabar con el silencio y tumbar al opresor. El documental se proyectó en un espacio muy especial, un edificio gubernamental recién inaugurado y poco conocido, llamado el LUM: Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social en el barrio de Miraflores, en la capital peruana.


La Cantuta: sangre en la memoria

La  Masacre de la Cantuta tuvo lugar en Lima el 18 de julio de 1992 durante la presidencia de Alberto Fujimori. Ese día, un profesor universitario y nueve estudiantes de la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle (conocida como La Cantuta) fueron secuestrados y desaparecidos por el ejército peruano, conocido como el Grupo Colina. Lo terrible del caso fue la violación de los derechos humanos y la impunidad de los implicad@s. Fue uno de los crímenes que el gobierno peruano estableció en su pedido de extraditación de Fujimori frente el gobierno de Japón en el 2003 y uno de los que también presentó al gobierno de Chile por el mismo motivo.

Edmundo Cruz entrevista en este documental, testigos estrellas que ayudaron a descifrar las pistas que ayudaron a esclarecer este atroz crimen y dar con sus responsables; el dolor de las familias que perdieron a sus hij@s, la impunidad de much@s de sus responsables, la colaboración de periodistas que ayudaron a alertar a la opinión pública de semejante crimen.

Escuchar a Edmundo Cruz

Luego del documental, el periodista narró detalles de su investigación y confesó como todavía existen lagunas sobre este crimen que lleva 22 años de haberse perpetuado. Insistió en el poder de la prensa independiente para alertar sobre injusticias como éstas, de los 12 mil casos de desaparecidos en Perú y de la prensa libre (de poca tirada, pero igualmente valiosa) que sigue haciendo periodismo de investigación en su tierra, instrumento urgente para rescatar la memoria y traer a la luz pública, la verdad.




Junto al veterano periodista el pasado viernes en el LUM. 



Para leer:


domingo, 17 de agosto de 2014

Coser y contar: mi verdadero hogar





Lima, Perú- El viernes me sentí en casa, a pesar de que estoy 3,598 kilómetros (2,236 millas) de Trujillo Alto, Puerto Rico. Todo, porque el viernes volví a coser y eso es regresar a mi hogar. Llegué a un espacio mágico. Ingresé a la Hermandad de la Costura, liderado por una artista/anarquista que amé tan pronto la conocí: Mari Gho.

De familia de sociólog@s, Mari Gho decidió decidió dejar las carreras sesudas, para entregarse al corazón y a la creación artística. De ahí, que lleva más de 15 años llevando a la tela las historias que se cosen por dentro. Ella convoca a todas aquellas (y aquellos) que quieran escribir sus historias sobre mantas, cojines y muñecos. Y lo que ocurre en su casa/taller es alquimia.


Mari Gho lidera la "Hermandad de la Costura" en Lima


Es una hermandad con la intención de honrar a las ancestras, de hablar de los temas que nos unen, de abrir un espacio de costura y contar, costura y pensar, costura y revolución. Digo revolución, porque en este espacio se nutre el alma y es ahí donde nacen las revoluciones más genuinas. 



domingo, 10 de agosto de 2014

A 420 metros sobre el nivel del mar






Lima, Perú- Anoche subimos al punto más alto de la ciudad, al cerro San Cristóbal. Hace semanas le vengo diciendo a Omar que quiero subir. Listo. En la Plaza de Armas agarramos la excursión. Apenas 5 soles (un poco más de $2). Mucha contentura y cosquilleo. Eso, hasta que la guagua comenzó a bordear una angosta carretera de camino al apu (la cima). El corazón bombeaba fuerte cada vez que otra guagua, en dirección contraria, quería bajar. Se me quitaron las ganas reír y de mirar por la ventana que tenía en las narices. Una tímida valla en madera aseguraba el camino polvoriento. Aumentaba la ansiedad. Mis manos sudando, el abismo a pulgadas. Miré a Omar buscando alivio y no sé quién temblaba más, si él o yo. Tan pronto llegamos al tope, no hubo palabras. Salimos disparados de la guagua, a 420 metros sobre el nivel del mar. Inaudito. La cámara sin batería, justamente cuando quise retratar el momento, no frente a la cruz inmensa que decora la cima, sino frente al letrero que anunciaba nuestra salvación: servicios higiénicos.

sábado, 2 de agosto de 2014

Vuelvo al cuerpo


Lima, Perú- Somos tres mujeres en un espacio casi cuadrado. Acabo de dejar el ajetreo de la calle. Ahora me sumerjo en un suelo acolchonado y rojo. Los zapatos afuera. En la avenida, los carros, el Metro y el viento frío. Acá adentro, un útero cálido. Nos preparamos para movernos hacia adentro, con una disciplina conocida como "danza íntima".

Urpi nos da las indicaciones con voz suave y clara. Paradas con los pies en paralelo nos conectamos a la tierra. El cuerpo, como montaña. Los pies nos sostienen desde abajo. Cierro los ojos con emoción. Centro mi energía en la planta de los pies y reconozco que estoy de vuelta a casa. Comienzo un viaje.

Es la primera vez que me siento tan conectada con Lima. Llevo cuatro semanas acá, pero volver al cuerpo, es volver a la raíz. Soy cuerpo/siento desde mi cuerpo/amo desde aquí.  Sacar este momento para escucharlo, es devolverle su espacio de poder.
  
Ese lugar de placer

Somos tres. Urpi, Lala y yo. Sé que estamos en el mismo cuarto, pero apenas las siento. Solo escucho la voz de Urpi que marca las pautas y de vez en cuando, veo a Lala con movimientos sutiles moviéndose cerca. Muevo hombros, manos, dedos. Encuentro ese lugar de placer en cada parte del cuerpo. Siento los espacios del cuerpo que me sostienen, las articulaciones que me ayudan a girar y balancearme. Urpi les llama "bisagritas". Y mientras lo dice, me veo llena de ellas. Soy una puerta con brazos. Una ventana con alas que abren y cierran.

Siento mi espina dorsal de arriba a abajo y soy serpiente. Me muevo por el suelo reconociendo mis espacios en la tierra. Suena el timbre, y llega Marité. No la veo. Pero siento su conversación chiquita antes de entrar a clase. Seguimos calentando el cuerpo, danzando con nosotras mismas. Suena el timbre, llega Natalia. Somos cinco. Completamos el grupo.

 En esta segunda parte de la danza, la energía es más fuerte. Con música de Julieta Venegas y Jorge Drexler comenzamos a movernos, tomando en cuenta, las articulaciones, el cuerpo como recipiente, los pies como sostén, los brazos como una sola unidad.

De pronto, la música me lleva a la tierra. Me veo sembrando flores sobre caminos. Bailo con los pies muy juntos y las manos hacen arcos pequeños sobre el suelo. Voy echando semillas y flores al aire. Siento que caen y retoñan de una vez. Ya no escucho la música, solo veo semillas y flores sobre una ruta larga, infinita.

Regresamos a la respiración y Urpi nos conecta en pareja por un hilo largo de coser. Debemos danzar sin romper el hilo que nos une de manos por los meñiques. Marité y yo danzamos varias canciones sin partirlo. Ella suave, yo tambor/energía. Ya en la tercera canción, parto el hilo sin querer.  Toda energía/puro gozo.

Luego de conectarnos con hilos entre dos, ahora nos conectamos las cuatro. Estamos amarradas a los meñiques. Los hilos no se ven de lejos y parecemos el cuadro "La danza" de Henry Matisse.
"La danza" (1909) de Henry Matisse
"La danza", (1909) de Henry Matisse
Damos vueltas, giramos por el suelo, nos movemos en pareja, en tríos, en cuatro. Nos conectamos con miradas, con brincos, con vueltas. Para terminar, bailamos sin hilo, pero imaginando que seguimos unidas. Es lindo lo que hemos logrado. Hacemos figuras redondas, conversaciones de cuerpos, brazos que hablan con dedos y tobillos. Han pasado casi dos horas. 

Siento mi energía moverse en calma, puedo distinguir la sutilidad de este útero urbano, la conexión con cuatro mujeres, su humanidad. Afuera sigue sonando la ciudad, allá lejos veo la prisa, el caminar violento, las caras serias, la timidez, la sospecha. Pero acá adentro, he comenzado a verme, a entender, a realmente mirar.