Lima, Perú- Tenían frío y sueño y miraban con timidez y asombro. Por más de media hora estuvieron callad@s, esperando a que les sirvieran el desayuno. "Señorita, señorita", decían muy bajo, los que llegaron tarde y querían su avena con membrillo y su hogaza de pan.
La mayoría llegaron a casa de Luna temprano y se sentaron por los costados de una sala mínima, hecha de bloques rústicos. Apretaban sus vasos de plásticos y miraban atent@s al comedor improvisado con tres cubos y una mesa. Luna es vecina del lugar y voluntaria de una organización cristiana que les ofrece ayuda varios días a la semana. Afuera, la neblina estaba densa. Adentro, algunos se rascaban los ojos, estaban serios o se iban despertando. Eran las 6:30 de la mañana cuando aparecieron unos 15, con algunas madres. Pero son más de 30 en ese sector de Comas donde el nivel de pobreza es extrema. Pero nunca están tod@s, porque algun@s se enferman y no llegan a comer.
La mayoría son hij@s de adolescentes, de madres solteras o de emigrantes que han llegado a Lima con la esperanza de conseguir un mejor porvenir. Invaden terrenos en cerros y construyen sus casas con tablas, planchas de zinc o el material que aparezca en el camino. El piso es piedra y tierra suelta y para llegar allí hay que caminar, subirse a un moto taxi o una guagua 4X4 , capaz de atravesar los charcos o el fango que deja las lluvias limeñas.
Ell@s son la cara de Lima más urgente, porque es ahí donde la violencia y el crimen corre a sus anchas. El gobierno ofrece ayuda, pero no es suficiente para las miles de familias que cada año va poblando estos sectores olvidados, conocidos como los pueblos jóvenes.
Ayuda a madres solteras
"Quienes más ayuda necesitan son las madres solteras, ellas no tienen un programa del gobierno que intervenga. Los padres de sus hijos se desentienden y las dejan. Y muchas tienen 3 y 4 hijos. Nosotros estamos iniciando un programa para ellas, para ayudarlas a cambiar su mente y su corazón, para que puedan valerse por ellas mismas y salir adelante", comentó la socióloga Erika Matta, Coordinadora General del Desayuno Infantil de la Asociación Cultural Johannes Gutenberg, que reparte comida de lunes a viernes a más de 3 mil niños y niñas en Comas, uno de los distritos limeños con mayor población y uno de los más extensos.
Jana y Kinga Muszer son de Alemania y Polonia y llegaron a Comas a conocer el proyecto. Jana sigue una tradición familiar que inició su padre hace 44 años cuando visitó Lima por trabajo. Desde entonces ha estado vinculado al país y dona dinero al centro cultural. "Mi padre dona dinero para un niño en Comas y yo para otro en Paraguay", explicó la alemana, quien ayudó hoy a repartir el desayuno a l@s pequeñ@.
En esos sectores el agua potable es casi inexistente y la energía eléctrica es ilegal. Por eso, la mayoría de l@s pequeñ@s se enferman de las vías respiratorias y del estómago. Para ayudar a las madres directamente visitan sus casas y las entrevistan. Les ofrecen talleres de repostería en las comunidades donde viven, así iniciarlas en oficios que pueden convertirse en microempresas.
Violeta y sus cuatro hij@s
Hoy Erika nos presentó a Violeta, una joven de 25 años, que llegó de la selva y ahora cría a cuatro hijos pequeños y a un hijastro de 21 años. El papá de sus hijos está en la cárcel, acusado de violación a una menor. Deberá cumplir 20 años tras las rejas, mientras ella sostiene su hogar.
Vive en un cerro atiborrado de casitas de madera. Para entrar a su casa hay que tener cuidado de no resbalar, porque el suelo es barro y hay que subir unos escalones improvisados en la tierra. Entras y te recibe Princesa, una perrita sata de semanas que se te mete en los pies mientras saludas a Violeta.
Su cuadro no es fácil, porque con la venta de 'masamorras', (un postre de harina de trigo, leche y azúcar) que vende tres veces en semana, el dinero no le da. Su casa no tiene baño, está hecha en planchas de madera y zinc y tiene un cuarto con dos camas donde se acomodan los 6. Su casa apenas tiene muebles, su cocina es diminuta, hay un baño portátil en las afueras del cuarto y el único lujo de la casa, es un televisor de plasma enorme, que ocupa casi la mitad del lugar. Allí apenas hay espacio para moverse.
Según explicó la asociación cultural, la vida de sus hij@ se complica, porque cada vez que sale a trabajar, los deja solos. Sus bebés tienen entre 4 años y 3 meses y hoy estaban todos enfermos, metidos en la cama. Ella recibe poca ayuda gubernamental y por el momento, la organización cristiana le quiere echar una mano con unos talleres de repostería que ofrecen en el barrio. "Queremos ayudarla, pero ella se tiene que ayudar también. Queremos ver su motivación y que llegue a las clases", comentó Erika, mientras visitábamos su hogar. Yo me quedo pensando, observando su realidad, sabiendo que son miles los casos como Violeta, que el frío y la humedad en ese cerro lo complica todo, que está sola, que su casa se puede venir abajo de un empujón, ¿cómo podrá salir de la miseria, levantar a sus hijos, viviendo en esas condiciones?, ¿qué haría yo, estando en su lugar? No es fácil, hoy siento haber visto la realidad más dura de Lima y su rostro es de mujer.