Aparecen los retoños. Algo nuevo espera. Un verdecito tenue, débil, en medio de un ramaje salvajemente seco. Y el frío no se quiere ir. Siguen las noches frías y las mañanas tímidas. Me tiro a la calle a hacer llamadas en el locutorio de la Avenida La Plata. Sigo dándome el lujo de estar sin celular ni teléfono en casa. Salgo a caminar y el aire me congela los cachetes, la piel caribeña tan lejana a estas temperaturas. Y al cruzar la acera del frente, estos árboles que me recuerdan que no hay invierno sin primavera. Ya está. Ya pasará. Ya casi. Y me regodeo en esos retoños, como en los movimientos clandestinos de felicidad que poco a poco me sorprenden. Quiero quedarme aquí, amar mi nido, echar raíces, irme y regresar. Regresar y construirme por dentro, poco a poco, en esos espacios sin hojas, donde hay que abonar. Irme y regresar. Irme y llegar. Llegar y seguir llegando. Saberme de aquí y de allá.
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2 comentarios:
Tu fortaleza y perseverancia te abrigaran siempre..... ese friito se va ,se va , se fue !!! Ahhh by the way...te pareces a las musas que bailotean en mi estudio mientras trabajo.... Edgar
tan bello mi hermano!
Te quiero
Te extraño
Y Te quiero más
Con Amol,
La Gló
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