Lima, Perú- Tocan al timbre de la casa y una señora muy amable me ofrece flores. Le compro unas flores silvestres llamadas lluvia. Por un paquete enorme de lluvia me cobra un poco más de un dólar (tres soles.) Las pongo en mi cuarto y en la mesa del comedor. La casa se ve más contenta. Nada más refrescante y motivador a media tarde. Recuerdo cuando pasaba por mi casa don Goyito, un viejito buena gente que vendía azucenas y lo escuchabas a lo lejos cantar "Aaaaa -zu- ce-nAAAASSSSS", con ese pitito cariñoso al final. Por muchos años lo vi vender flores por una urbanización de Trujillo Alto. Llegaba los sábados con su paquete de azucenas frescas. Cada vez que podía le compraba. Hasta fotos le tomé. Las flores alegran las ciudades y a la gente. Sería lindo tener más vendedores de flores ofreciendo sus ramos por los barrios boricuas. A que sí!
— in Lima, Peru.
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