domingo, 17 de febrero de 2008

escascarándome


escascarándome, originally uploaded by Esquinadelaiguana.


Conocí a Sofía Maldonado una tarde lluviosa en el parking de Plaza Las Américas. Con tanta agua sobre el cristal del carro no podía distinguir quién era la chica petite con sombrilla, que me esperaba bajo la lluvia con una bolsa en la mano, unos espejuelitos de gatúvela y una tatuaje de florecitas y espirales que le corría por media pierna izquierda.

Era ella. La famosa graffitera de San Juan que andaba de viaje por Puertorro y donaría su tiempo y su arte para colaborar con los chicos de la Barriada Morales en Caguas. Mi lugar de trabajo, el verano pasado con el Proyecto de Comunicación de TUTV.

Se subió a mi guagua y lo primero que me llamó la atención fueron sus enormes ojos azules y su voz suavecita, con un mechón largo y "blicheado" recortado a desnivel.

Me pareció cool. Y no me equivoqué. Una semana después éramos panas y había escuchado, de primera mano, cómo una chica de 23 años había comenzado a dejar huellas importantes en las paredes y en la historia del arte urbano del país.

A su edad, era una de las pocas graffiteras en Puerto Rico, que ya había ganado un premio de arte con una multinacional, tenía estudios en arte de la Escuela de Artes Plásticas y completaba sus estudios formales en Pratts en Nueva York, tomando como base el graffiti en Puerto Rico y nuestra identidad cultural.

Aunque en los pasados años Sofía se ha especializado en cubrir edificios y paredes importantes con su arte, sus primeros pasos fueron tímidos. Se iba con su papá a pegar pasquines con dibujos de mujeres por todo San Juan. Hacía una mezcla de pega y harina y los iba pegando uno a uno por todas partes. Mujeres muy fashion, eso sí, porque a Sofía le encanta la moda.

Ahora, sus piezas han ido evolucionando y trabaja personajes, que pinta con pinceles, no con potes ni spray, y casi siempre relacionados con algún tema del lugar o denuncia urbana que le importe.
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El pasquín en la foto, con cara infantil y de mujercita de hadas, me llamó la atención el otro día, cuando iba de camino a la calle Uruguay a trabajar en una oficina que me prestaron en el microcentro de B.Aires.

Era domingo. Las calles estaba solitarias. Sólo había un chico jugando fútbol a media tarde. Pateaba una bola justamente contra esta pared, llena de pasquines con la imagen de este personaje infantil. Me llamó la atención sus trazos delicados en contraste con la pared llena de sucio y bolazos repetidos.

Me acerqué a mirar. Y el chico cambió de pared. Me acordé de Sofía, de sus primeros intentos de abrirse paso en San Juan, de sus mujeres, que serían el preámbulo de sus trabajos monumentales en edificios y canchas.

Rescaté estas imágenes en fotos. Porque de seguro, no estarán ahí pronto. Me llamó la atención que no tuviera boca. Sólo ojos y cuerpos.

Ahora, mientras escribo, me transporto a una de las primeras imágenes que vi de Sofía en Puerto Rico, cuando aún no la conocía.

Fue en un bar de la Calle Cristo en el Viejo San Juan. Era la imagen gigantesca de una mujer, con cara de muñeca, con la boca cosida. Era terrible ver aquello, una imagen infantil y desgarradora a la vez. Esta imagen en las calles de Buenos Aires, tiene algo de eso.

O tal vez, es mi negación a quedarme callada. A repetirme una y mil veces, que NOSOTRAS, necesitamos salir del anonimato y decir lo que sentimos, lo que nos importa. Hablar, salir del concreto y contar nuestro cuento. Eso es. Dibujarnos una boca, bien grande y salir a la calle, a los barrios, a los teatros, a los medios, a hablar, a escribir, a marcar.

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