Algo se encendió adentro. No es tangible, pero lo puedo sentir. No tiene forma, pero me sale en los movimientos al caminar y al acomodarme por los lugares. No tiene sonido, pero ha influenciado la manera en que escucho esta ciudad, cómo me escucho a mí, cómo recibo mensajes.
La caja del corazón me cabe distinta en el pecho. Parece que el dolor, borra las impurezas. El dolor limpia algo adentro, que te hace caminar con menos peso. Ahora siento liviandad. Es un cambio sutil, pequeñito, que tal vez solo yo pueda comprender.
Suelto cualquier postulado raro, conclusión, ínfulas de intelectualizar o de analizar. Me rindo. Lo suelto. Me dejo ir en el momento mismo del sorbo. Es pequeño. Quiero. Solo quiero marcarlo en palabras, porque reconozco algo muy brillante naciéndome adentro.
Pienso en los brotes de semillas cuando una se estrena en la escuela haciendo experimentos en vasos de plástico. La maravilla de una semillita que comienza a hacerse tallo. A la vez, lo siento luz o tal vez una caricia sutil sobre el agua clara. Como cuando entras al río o la playa y agradeces ese primer contacto luego de mucho tiempo sin sentir la fluidez del agua.
Hay algo moviéndose adentro que es nuevo. Un bebé en plena metamorfosis. Un libro con las páginas intactas. Una mirada a un horizonte desconocido. Es algo que todavía no puedo nombrar. Pero lo siento. Es un tatuaje. Eso, un tatuaje que comienza a marcarse adentro y en algún momento me recorrerá la piel y lo veré y lo verán. Una obra de arte en camino. Una cascada, una mariposa con una luna de guineíto y una estrella pequeña, una espalda lisa, una mano agarrando otra mano, una boca en éxtasis, una cortina que se mueve en la mañana, un corazón temblando de ternura, un baile feroz en una noche infinita, un barco que navega, un lápiz de carbón sobre un lienzo, una gota azul turquesa con un universo adentro, manchas del sol llenas de magnetismo, un dedo que aguanta la sangre de un golpe, un diente de leche, una flor tan suave y tan suave, que apenas se puede agarrar entre los dedos, un pajarito en la rama más alta, un tango en la voz de mi amigo Jesús, un abrazo eterno con mis viejos. Algo, que me sabe a pan dulce y no sé cómo nombrar. Algo bonito que agradezco.
Buenos Aires, 30 de junio de 2008
lunes, 30 de junio de 2008
Algo
miércoles, 25 de junio de 2008
Jugando a hacer cine
El fin de semana pasado fui a casa de Pato, en La Boca, para comenzar la producción de su quinto cortometraje "Ausencia". Fue lindo sentarnos a planificar todo. Hablar con la actriz, la escenógrafa, coordinar vestuario, accesarios, tomas del corto, logística de la filmación.
Estando ahí sentí que estaba cerca de mi sueño. Hacer cine. Más allá de pensar que es difícil o caro filmar una película, supe que era posible.
Ahora miro la pantalla de mi computadora y puedo imaginarla llena de los universos que agarran forma en mi mente. Veo tramas posibles. Hasta puedo visualizar la música de cada escena y la manera en que se mueven los personajes frente a la cámara. Jugar a hacer cine el sábado pasado me sirvió para activar algo importante: la llama de que las cosas se hacen y que la única que puede pararlas o completarlas, soy yo.
Buenos Aires, Argentina
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Beba (escenógrafa) y Celeste (actriz) se enmarcan en la azotea de casa de Pato en La Boca, Buenos Aires, durante la reunión de producción del corto "Ausencia". Arriba, Rocío va de camino al location del corto.
lunes, 23 de junio de 2008
La fuerza de un sueño

