lunes, 17 de mayo de 2010

Eloísa Cartonera: donde nacen las ideas


















11:53 p.m.
1 de junio 2010

Buenos Aires, Argentina- No recuerdo bien cuándo ni cómo me enamoré perdidamente del cartón. Sé que desde hace mucho lo vengo mirando con ojos distintos. Creo que fue un libro que me prestó la productora boricua Caridad Sorondo hecho por el Taller Leñateros (http://www.tallerlenateros.com/ ) en Chiapas, México. Ese libro me cautivó por su textura. Era cuadrado, fibroso y pesado. Lo más hermoso, tenía una cara modelada en papel en su portada. Hecho a mano y perfumado con flores, recopilaba la poesía oral y los dibujos de las mujeres de la comunidad. Un libro exquisito. Creo que desde esa ocasión, soñé con crear libros artesanales.

Años más tarde, mientras vivía en Buenos Aires, Argentina, conocí el trabajo de la editorial Eloísa Cartonera (http://www.eloisacartonera.com.ar/) . Una cooperativa que produce libros de cartón con portadas pintorreteadas a mano y con escritos de toda Latinoamérica. Washington Cucurto, su fundador, fue el primero que conocí del grupo.

Este poeta, narrador y editor argentino se caracteriza por crear literatura con personajes que viven en el corazón de las comunidades porteñas. Pura marginalidad, ("La máquina de hacer paraguayitos" , "Cosa de negros", "El curandero del amor", "Veinte pungas contra un pasajero"). Retrata lo que pocas veces cuentan los medios oficiales de su país.

En el 2008 colaboré con Eloísa Cartonera y un proyecto con niños y niñas en el barrio de Barracas en Buenos Aires. Era un proyecto de teatro que había iniciado Melisa Barillaro y Mariana "Wichi" Salinas en la Escuela 12 Horacio Quiroga. Yo le añadí los ejercicios de escritura creativa y la idea de producir un libro junto al equipo de la Carto. Así nació “Nuestras historias fantásticas”, un libro de unas 46 páginas con cuentos, haikus, dibujos, textos dramáticos y una fotonovela creada por l@s chic@s.

Luego de la experiencia, me enamoré tanto del cartón, los barrios y las editoriales independientes, que reproduje varios talleres similares en Puerto Rico y Haití. Con todas esas memorias, regresé hace unas semanas a La Boca, Buenos Aires con la idea de colaborar con ellos en el proyecto que comencé en Puerto Príncipe, Haití, en febrero de este año, Misyon Lanmou (http://misyonlanmou.wordpress.com/)

Fue tanta la alegría de verlos, que sentí que podía quedarme allí trabajando meses. En la editorial, el espíritu “buena vibra” sigue intacto. Ricardo, Ale y la Osa tan queridos como siempre. Y los libros, igualmente pintorreteados y llenos de amor, como cuando los conocí hace un año y medio. El local ya no está en la cuadra que le sigue a la inmensa cancha La Bombonera en La Boca, ahora estrenan espacio en el 666 de Aristóbulo del Valle. Muy cerquita.

Lo que sí, ahora tienen nuevas inquilinas. La Osa comenzó a hacer muñecas sin mucho afán, y ahora se las compran por docenas. Allí se encontraba haciéndolas para una escritora inglesa que escribió un cuento sobre Haití. Pura sincronicidad. Mi idea desde hace meses, ha sido construir muñecas en Haití, precisamente en talleres de arte con l@s chiquit@s y las mujeres de los barrios. Otra razón para enamorarme más de las iniciativas en la Carto.

Estuve dos tardes allí, cantando, bailando, pintando y cosiendo muñecas con ell@s y con varias niñas del barrio. Allí tomé el mejor mate de mi viaje, volví a ver los libros de cartón que tanto amo, conocí al escritor Marcelo Guerrieri (http://www.marceloguerrieri.blogspot.com/), que ofrece talleres de cuentos y relatos en los bares de la ciudad, reviví mi pasión por la autogestión y el quehacer cultural. Entre retazos de tela, pinturas y chic@s que entraban y salían del pequeño local, celebré mis 40.

Les prometí regresar. Pero enfermé con Salmonella y no pude. Me quedé con las ganas. Muchas ganas. Definitivamente fue uno de los lugares que más me disfruté de mi segundo viaje a Argentina. Ahora me propongo establecer esa conexión que reta la distancia y el tiempo. Desde el Caribe directamente hasta el legendario barrio de La Boca.

La literatura y el cartón nos unió. Y nos seguirá uniendo. Me da con pensar, que tal vez por eso fue que me enamoré de ese libro mexicano hace un tiempo. Estoy segura que fue la nobleza de su tapa lo que más me cautivó, la belleza del trabajo hecho a mano, la sencillez pura, los relatos populares de su gente. Ese mismo sentimiento es el que percibo cuando llego a la Carto, el lugar donde nacen las ideas y se comparte con amigos. Que dicha crear libros, historias y objetos desde ahí. En ese espacio vuelve a nacerme un sueño, que poco a poco tomará forma. Y que podré multiplicarlo y compartirlo con otr@s, acá, allá, dondequiera.

2 comentarios:

ricardo daniel piña dijo...

Hermosísima narración. Muy emocionada.

Glory dijo...

Ricardo.................que lindo verte por aquí.. No sabía que eras TU... Que despiste el mío. Un beso enorme. Ahhhh, el mejor mate es en la Carto.... Y los mejores amigos... Gracias por tan lindos momentos.....
ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh... Un abrazo enorme!